En primer lugar, colocaremos una pastilla de encendido en el centro de la estufa y alrededor, astillas (preferiblemente de pino) de tal manera que quede espacio entre ellas para que el aire pueda entrar y se produzca la combustión de la leña.
Posteriormente, encenderemos la pastilla, y cuando las astillas hayan prendido, añadiremos los troncos.
Es recomendable utilizar leña cortada en secciones para encender la estufa, pues el corazón de la leña es lo que mejor prende y la corteza lo que peor. Para las recargas, se podrán utilizar troncos enteros. Cualquier tipo de leña es adecuada para el funcionamiento de la estufa, aunque se desaconseja el uso de leñas resinosas (pino, eucalipto…). Hay que tener en cuenta la humedad, ya que si está demasiado húmeda o verde puede generar problemas con el funcionamiento del aparato debido al alto contenido de agua.
Se debe abrir el tiro de la estufa al máximo para que la leña arda en su totalidad. Después regularemos el tiro de aire para que el fuego se estabilice.
Al cerrar la toma de aire al mínimo, el fuego se apagará. Si por el contrario, queremos que la llama coja fuerza, abriremos el tiro paulatinamente.
Sólo se debe abrir la puerta de la estufa cuando queden las brasas, ya que el humo tiende a salir por el camino más corto, y saldría hacia la estancia en vez de por el conducto de humos. En el momento que haya brasas, procederemos a la recarga.
Para la recarga, extenderemos las brasas y volveremos a llenar el aparato con leña. Abrir el tiro al máximo y repetir el ciclo.
Durante los primeros encendidos es normal que se produzca humo. Esto se debe a que se queman ciertos componentes de la pintura anticalórica al mismo que tiempo que se adhiere el pigmento a la propia estufa. Por ello, en los primeros encendidos, se recomienda ventilar abundantemente la estancia hasta que estos humos/olores desaparezcan.
¿Cómo se limpia una estufa de leña?
Limpiaremos la estufa cuando esté completamente apagada para evitar quemaduras.
Nuestros aparatos disponen de un cajón que recoge las brasas y cenizas generadas durante la combustión. Para limpiarlo, verteremos su contenido en un recipiente metálico (no usar uno de plástico ni madera porque las cenizas pueden estar a altas temperatura) y lo volveremos a colocar en su posición. Esta operación se debe realizar con cierta frecuencia para evitar que se acumule mucha ceniza en el cajón y provoque sobrecalentamientos de la parrilla de hierro fundido.
Para el mantenimiento del cristal, se puede emplear un trapo de algodón y limpiacristales para retirar el polvo u hollín generado. No utilizar agua.